La torre de aguas de Carrasco i Formiguera forma parte del patrimonio industrial de la ciudad que abastecía de agua las casas señoriales de la época.
Las torres de aguas que encontramos por la ciudad se han transformado en vestigios de la ingeniería civil. En los jardines de los Setze Jutges, las casas desaparecieron, pero aún queda la torre que las abastecía de aguas subterráneas. Durante el siglo XIX, las torres de aguas eran como una especie de apéndice para las comunidades de vecinos, que reflejaban el progreso y el confort en contraposición a los pozos y las fuentes públicas que utilizaba el proletariado. Entre los bloques de pisos de nueva construcción, destaca este elemento de la arqueología industrial que necesitaba altura para que las aguas almacenadas en la cúpula bajaran con presión y, así, llegaran a las casas de los alrededores.